wtorek, 18 listopada 2014

Eduardo Pavlovsky, “Potestad”



Eduardo Pavlovsky nació el 10 de diciembre de 1933 en una familia de clase media alta en Buenos Aires. Toda la familia había relacionada con la medicina y con el deporte. Pavlovsky era un deportista muy talentoso. Fue campeón sudamericano de estilo mariposa en 1949, jugador de water-polo y de rugby y además boxeador. Ingresó a medicina en 1950. Pero percibió a los pocos años que su vocación no era la médica. Había tenido una experiencia psicoterapéutica muy afortunada en 1948 a raíz de una severa neurosis de angustia y pensó entonces que tal vez el psicoanálisis podía ser su orientación en medicina. Se recibió de médico a los 22 años y comenzó su formación psicoanalítica en la Asociación Psicoanalítica Argentina en 1958, llegando a ser miembro titular en 1967.
Su práctica teatral se manifestó desde muy joven, estudiando actuación y formando diversos grupos. En 1960 fundó, con Julio Lahier, el grupo y en ese grupo estrenó sus primeras piezas. Durante el último período dictatorial argentino, su obra Telarañas fue prohibida en Buenos Aires. Perseguido por los grupos paramilitares, se exilió en España.
La obra ”Potestad” estreno en 1985 En el Teatro del Viejo Palermo dirigida por Norman Briski
Esta obra era presentada en muchos festivales con el exito por ejemplo en el Festival de Teatro de las Américas (Montreal, Canadá) —en dónde recibe el premio al mejor texto y a la mejor interpretación masculina, ademas, en el Festival Internacional de Teatro de Londres con otro premio.
 Potestad describe el sufrimiento de un padre disléxico al que le han robado la hija, un hombre de mente torturada que no puede reconocer  siquiera la verdadera memoria. La pieza en clave de monólogo. En la obra la escenografia no se cambia, hay un hombre, una silla en que esta sentando, la luz y un teléfono.  El protagonista desde el principio de la obra narra detalladamente una tarde de sábado en la que ocurre el trágico echo. Podemos decir que desde el comienzo los espectadores estan introducido a un ambiente de angustia y desesperación. El protagonista que es un deportista, tiene 53 años y es un hombre que ama ilimitadamente a su mujer que se llama Ana María, y a su hija, Adriana. A través usando todos sus emociones enseña un vínculo a los espectadores: presentandolo como en el tiempo de la dictadura argentina de 1976-82. Pero no es un guión político. Su vida y su sufrimiento de alguna manera permite abrir la cortina a la más brutal época en la historia argentina.
           
            Para enseñar precisamente el sentido y el significado de esta obra me gustaría citar lo que dicho sobre esta obra en una entrevista de Ximena Casas, Revista Ñ, Diario Clarín en Buenos Aires, 31 de enero de 2004 el autor Eduardo Pavlovsky: “En Potestad, la historia de un raptor de niños, muestro a un tipo simpático y después muestro que es un represor. Eso es lo interesante. Casi todos los torturadores tienen una formación institucional, no personal, donde la violencia, el saqueo, el rapto, la picana, son ‘sintónicos’ con la institución. Sintónico quiere decir avalado por la institución. En la última parte de ‘El señor Galíndez’, hay dos torturadores sadomasoquistas de oficio, y aparece un nuevo torturador —que sería Astiz— que había estudiado. A los otros los podían sacar porque eran una serie, pero al teórico no. Por eso estudió y es torturador. Esto crea un nivel altísimo de complejidad. Eso explicaría que en la izquierda alguien se enoje. Pero yo quiero aceptar la complejidad de los fenómenos. Otra cosa es la militancia.”

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