Eduardo Pavlovsky nació el 10 de diciembre de
1933 en una familia de clase media alta en Buenos Aires. Toda la familia había
relacionada con la medicina y con el deporte. Pavlovsky era un deportista muy
talentoso. Fue campeón sudamericano de estilo mariposa en 1949, jugador de
water-polo y de rugby y además boxeador. Ingresó a medicina en 1950. Pero
percibió a los pocos años que su vocación no era la médica. Había tenido una
experiencia psicoterapéutica muy afortunada en 1948 a raíz de una severa
neurosis de angustia y pensó entonces que tal vez el psicoanálisis podía ser su
orientación en medicina. Se recibió de médico a los 22 años y comenzó su
formación psicoanalítica en la Asociación Psicoanalítica Argentina en 1958,
llegando a ser miembro titular en 1967.
Su práctica teatral se manifestó desde muy joven, estudiando actuación
y formando diversos grupos. En 1960 fundó, con Julio Lahier, el grupo y en ese
grupo estrenó sus primeras piezas. Durante el último período dictatorial
argentino, su obra Telarañas fue prohibida en Buenos Aires. Perseguido
por los grupos paramilitares, se exilió en España.
La obra ”Potestad” estreno en 1985 En el Teatro del Viejo Palermo
dirigida por Norman Briski
Esta obra era presentada en muchos festivales con el exito por ejemplo
en el Festival de Teatro de las Américas (Montreal, Canadá) —en dónde recibe el
premio al mejor texto y a la mejor interpretación masculina, ademas, en el
Festival Internacional de Teatro de Londres con otro premio.
Potestad describe el
sufrimiento de un padre disléxico al que le han robado la hija, un hombre de
mente torturada que no puede reconocer siquiera la verdadera memoria. La pieza en
clave de monólogo. En la obra la escenografia no se cambia, hay un hombre, una
silla en que esta sentando, la luz y un teléfono. El protagonista desde el principio de la obra
narra detalladamente una tarde de sábado en la que ocurre el trágico echo.
Podemos decir que desde el comienzo los espectadores estan introducido a un
ambiente de angustia y desesperación. El
protagonista que es un deportista, tiene 53 años y es un hombre que ama ilimitadamente a su mujer que se llama Ana María, y a su hija,
Adriana. A través usando todos sus emociones enseña un vínculo a los espectadores: presentandolo como en el
tiempo de la dictadura argentina de 1976-82. Pero no es
un guión político. Su vida y su sufrimiento de alguna manera permite abrir la
cortina a la más brutal época en la historia argentina.
Para
enseñar precisamente el sentido
y el significado de esta obra me gustaría citar lo que dicho sobre esta obra en una
entrevista de Ximena Casas, Revista Ñ, Diario Clarín en Buenos Aires, 31 de
enero de 2004 el autor Eduardo
Pavlovsky: “En Potestad, la
historia de un raptor de niños, muestro a un tipo simpático y después muestro
que es un represor. Eso es lo interesante. Casi todos los torturadores tienen
una formación institucional, no personal, donde la violencia, el saqueo, el
rapto, la picana, son ‘sintónicos’ con la institución. Sintónico quiere decir
avalado por la institución. En la última parte de ‘El señor Galíndez’, hay dos
torturadores sadomasoquistas de oficio, y aparece un nuevo torturador —que
sería Astiz— que había estudiado. A los otros los podían sacar porque eran una
serie, pero al teórico no. Por eso estudió y es torturador. Esto crea un nivel
altísimo de complejidad. Eso explicaría que en la izquierda alguien se enoje.
Pero yo quiero aceptar la complejidad de los fenómenos. Otra cosa es la militancia.”
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